Hace cuatro años, mientras aún trabajaba en el mundo corporativo, pedí vacaciones para hacer un viaje a Bali. La verdad tenía muchas ilusiones de ver paisajes, playas, parajes bellos, exóticos, pero hubo algo que me sorprendió mucho más que toda la naturaleza, descubrí una “tribu extraña” de gente de todas partes del mundo que trabajaba desde el paraíso y vivía en plena felicidad.
Era gente que había descubierto la fórmula del balance perfecto entre el trabajo y la libertad. Yo andaba fascinado viéndolos, analizando sus pasos, sus estrategias, sus tiempos, era gente feliz, algunos viajaban en familia, otros con amigos y muchos viajaban solos.
Yo no paraba de hacerles preguntas, que ¿dónde vivían?, que ¿cómo trabajaban?, en ¿dónde trabajaban?, ¿cuánto tiempo estaban en Bali?, las respuestas eran muy similares, todos eran muy responsables con el trabajo, sabían lo que tenían que hacer y destinaban un tiempo para hacerlo, pero también agendaban el tiempo para tomar clases de surf, ir a la playa, disfrutar de los amigos, de la familia, ir a meditar, conectar con la naturaleza, comer rico, yo estaba alucinado con las respuestas, tanto que quería llorar de la emoción de haber encontrado mi tribu.
Compartí con ellos casi tres semanas, entre comidas, paseos, sonrisas, columpios, olas en la playa, pero también los veía trabajar, muy enfocados, muy profesionales, en reuniones, definiendo el futuro de muchas empresas, frente al sol, a palmeras, con una cerveza al lado, muchos comiendo vegano, y moviéndose en bici o en moto de un lado al otro.
Esta tribu me enseñó a que si es posible ser libre de trabajar en una oficina, que el modelo lo puedes replicar en cualquier parte del mundo que te dé la gana, cerca de tus amigos, cerca de tu familia, siendo responsable, siendo más creativo, y mucho más productivo.
¿No lo crees? Conversemos de tus planes, de tus sueños, todo es posible.
— Alf